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En su taller, Ricardo se cuelga en todos lados. Más que expositivo, su departamento introspecta. Si observas bien sus cosas, te harán las mismas preguntas que a él le hacen. 

Su obra distorsiona la realidad fusionando otras tantas que tiene o ha tenido. Lugares, personas, luz, perspectiva; se pierde ahí. Ese es Mouret, un perdido por decisión. En sus cuadros se encuentra cada vez más. Se acomoda en lugares nuevos y se construye desde ahí. Muchos pintores pintan como viven; Ricardo vive como pinta.

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